Ayer el Presidente dijo sentirse como pavorreal por el incremento del ingreso de las familias durante su gobierno… en 4.6 por ciento respecto de 2018, a pesar del aumento de 100 por ciento de las transferencias vía programas sociales.
Venderá como una gran revolución pacífica ese magro incremento, cuando deja el país convertido en un infierno de sangre e ilegalidad, y en peligro de una intervención estadounidense por el crecimiento de los cárteles criminales a los que manda abrazos.
De confluir un triunfo de la candidata de Morena que (hasta ahora) puntea en las encuestas y que sólo ofrece continuidad, con la victoria de los republicanos el próximo año en Estados Unidos, la intervención parece ineludible.
El infierno causado por una actitud “complaciente, permisiva y cómplice” del presidente López Obrador ante la expansión de los cárteles, golpea a los dos países.
David Saúl Vela, reportero de El Financiero, presenta los recientes datos del INEGI que señalan al homicidio como la principal causa de muerte entre las personas de entre 15 y 44 años.
Un infierno para México.
En Estados Unidos, la principal causa de muerte en su población de entre 18 y 45 años es el fentanilo que introducen los cárteles mexicanos que han crecido como la espuma en el gobierno de López Obrador.
Un infierno para Estados Unidos.
Los republicanos, de ganar la Presidencia, van a intervenir militarmente en México, con bombardeos relámpago, como hizo el presidente Clinton en Irak cada vez que tenía una crisis interna.
Esas intervenciones no dejan nada, son distractores, acciones de hostilidad y de humillación al país agredido.
La herencia del pavorreal será un país incendiado.
De tal magnitud es el debilitamiento del Estado ante los cárteles y el deterioro de las instituciones, que quizás aun con los demócratas en la Casa Blanca no habrá más opción que aceptar operativos armados, dentro de México, encabezados por la DEA y marines.
La ausencia de estrategia, que a decir de los expertos ha derivado en complicidad, llega al punto en que el poder fáctico rebase el poder de las instituciones de la República.
Y el Presidente festeja sentirse “como pavorreal”.
Ayer la administradora de la DEA, Anne Milgram, reportó al Comité Judicial de la Cámara de Representantes que los cárteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco representan la mayor amenaza criminal de drogas para Estados Unidos, e informó que cuentan, en este momento, con más de 44 mil miembros de manera conjunta (CS tiene 26 mil miembros y CJNG unos 18 mil 800).
Para darnos una idea del tamaño de estos dos cárteles, y de su peligrosidad global, consideremos que Coca-Cola, en todo el mundo, tiene 120 mil empleados.
En el foro El estado de la seguridad, en El Financiero Televisión, tres especialistas de primer orden en la materia expresaron su indignación ante la pasividad del Presidente ante el crimen organizado, que nos tiene “peor que nunca”.
Roxana Juárez, una eminencia internacional en temas de seguridad, planteó que el “abrazos no balazos” en la práctica fue desinterés en el problema de seguridad en México: “Retórica que nos ha salido muy cara, y con un Presidente que viola las leyes, la ley electoral, ataca a la oposición, a periodistas y debilita la capacidad del país para negociar con Estados Unidos”.
El consultor, exdirector del Cisen y autor del libro Historia del narcotráfico en México, Guillermo Valdés Castellanos, advirtió de la inminente participación de los cárteles en las próximas elecciones presidenciales en nuestro país.
“Los cárteles van a tratar de participar en lo que más puedan en las siguientes elecciones, con financiamiento y candidaturas a través de terceras personas”, expuso Guillermo Valdés.
Con razón, considera que es una vergüenza que el gobierno y el INE no revisen el tema y definan una estrategia, especialmente a la luz de las elecciones federales de 2021, en las que participó el crimen organizado, con especial desenfado, notoriedad e impunidad en Sinaloa y Michoacán.
Luego de esos comicios los grupos criminales recibieron la palmadita presidencial: “Se portaron bien”, dijo el que se siente un pavorreal por haber mejorado el ingreso corriente de las familias en 4.6 por ciento después de aumentar en 100 por ciento las transferencias vía programas sociales.
Algo es algo, pero “nada que celebrar”, como explicó ayer Enrique Quintana en sus Coordenadas.
Termina el quinto año de gobierno, y lo de López Obrador, expuso el internacionalista experto en seguridad y sistema de justicia penal, Jorge Alberto Lara, “no ha sido una estrategia, sino un gran pretexto, una acción retórica y una acción de complicidad”.
-¿Qué hay entonces? –se le preguntó.
-Hay una inacción, y un facilitador de todos los cárteles para dejar hacer y dejar pasar, lo que aumenta la impunidad y el empoderamiento de los grupos criminales y una fragilidad de la ciudadanía –dijo.
Lo que sufre buena parte del país es un infierno.
Esa será la herencia de López.