¿Amor con amor se paga? Vale la pregunta pues resulta que México es el país más peligroso para ejercer el periodismo. Tan solo en lo que va del año son siete los periodistas que han sido asesinados. En el sexenio, más de 70 profesionales de la información ultimados; antes de eso, muchos de ellos sufrieron amenazas.
En ese marco de violencia mortal ejercida en contra de los periodistas, en diciembre pasado Ciro Gómez Leyva sufrió un atentado contra su vida. Se salvó de milagro gracias al blindaje de su camioneta.
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¿Qué ha hecho la autoridad emanada del partido del presidente al respecto? Aprehender a 13 posibles responsables materiales sin procesar a ninguno.
La Fiscalía de la CDMX aún no tiene ni las pruebas suficientes para ello ni ha dado con los motivos ni con los autores intelectuales.
Y si bien se supone la Fiscalía es autónoma, hubo un compromiso de esclarecer los hechos a la brevedad de la que no hace mucho se fue de campaña…
Por eso, porque la 4t está volcada a lo electoral y NO comprometida con sus responsabilidades —ya no se diga con el amor al prójimo—, es que López Obrador desde el atril de la mañanera denunció que está en marcha una campaña “de la oposición” para posicionarse rumbo a las elecciones del 2024 (n’ombre, ¡un genio!)… El enojo es que ese candidato no es una sus corcholatas; esas que llevan ya dos años haciendo actos anticipados de campaña.
Y luego enfiló su encanijamiento en contra de Ciro por el solo hecho de que en su programa de radio se presentó una encuesta donde se menciona que Xóchitl va creciendo y tiene las de ganar. ¡Uy, blasfemia!
La respuesta del comunicador —con justa razón— fue: “lo que sigue, después de todo esto, ¿es un segundo atentado?”. También exhibió al mandatario al mostrar la dedicatoria que hace tiempo le había hecho AMLO en su libro.
La república amorosa de López Obrador, NO existe; se trató de un bulo propagandístico.
¿Qué sucede cuando el que habla de amor —es más, lo exige— no lo da en reciprocidad? ¿Cuando esa persona ni siquiera sabe lo que es amar?
Porque la lealtad no es amor; la solidaridad a ratos se parece al amor, pero no es lo mismo.
Porque el narcisismo tampoco es amor; es más, ese ni siquiera se parece. Porque el querer y el PODER tampoco son sinónimos de amor.
Porque proteger a los hijos (y a los familiares) tampoco es amor; en el caso de Andrés Manuel se llama nepotismo puro y duro.
Porque la obediencia ciega —el cumplir hasta el más mínimo de los caprichos de la cuarta transformación— tampoco es amor.
Mas la verdadera ironía y la contradicción más grande de la 4t y sus simpatizantes es que ellos sí adoran a López Obrador. Le aman con locura; están enamorados y le idolatran. Le siguen al precipicio, lo reverencian. Todo ese amor se lo entregan a una persona que no sabe amar.
Más allá de su labia, no hay reciprocidad de parte de López Obrador y su movimiento hacia México, hacia sus habitantes. El pueblo, los pobres, solo son “estrategia de campaña” como el propio líder moral confesó. ¿Amor? ¡Baaaah! ¿Qué sabe AMLO de eso?
Nada. Ejemplos sobran. El más ruin: lo que ha hecho AMLO del sector salud.
Esa falta de amor, ese desprecio a Ciro, el comunicador, este actuar (y declarar) del presidente sin medir consecuencias, ese ejercicio asimétrico del poder contra los periodistas e informadores (teniendo el presidente la cancha inclinada abiertamente a su favor) solo refleja dos cosas:
1) Andrés Manuel no tiene idea ni la menor noción del valor, de la importancia y del significado de informar. Ya no se diga de lo que es el quehacer periodístico. Tampoco la más remota idea de que es la investigación, el reportear, el generar opinión. No, únicamente hay un desprecio al gremio, lo cual se refleja en la forma en que el presidente se refiere a la prensa; los ignora o los denigra por pertenecer a determinado medio. Los calumnia y los persigue —sí, persigue— al utilizar información privada del SAT e intercepciones en su telefonía y vida privada para ir en contra de ellos.
2) Le reditúa su desprecio al gremio periodístico. No le interesa salir de “sus otros datos”. Unos que, obvio, son falsos, pero que tienen por objeto una cosa: no rendir cuentas. Unos que nos llevan a ser peores como sociedad, como país, como seres humanos. Los mentirosos persiguiendo (y matando —en sentido literal o figurado—) a quienes informan la verdad.
López Obrador ha caído en creer que su versión de amor es el verdadero amor. Su amor es la incapacidad de hacer algo por los mexicanos salvo mentirles; un verdadero peligro para México. Un ser convertido en todo lo que juró destruir.
El señor que no sabe amar se ha engañado por completo; está convencido de que es el mejor amante del mundo.