Finalizadas las negociaciones con Grupo México el secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández ordenó a su staff que ya no le lleven al despacho temas de alta densidad. El affaire con Ferrosur, dijo, fue su última mediación y pidió además agilizar todos los temas pendientes de cara a una pronta renuncia.
“Los problemas que se arreglan con dinero no son problemas”, suele decir en sus encuentros en Bucareli y de ahí la lógica de una eventual salida: solo atender cuestiones concretas de asignación de recursos. Problemas más complejos quedan fuera del radar.
Es una reacción directa a la percepción de que el canciller Marcelo Ebrard podría abandonar el cargo para dedicarse full-time a su proyecto presidencial.
Es además un giro absolutamente ligado al resultado del Edomex: si Delfina Gómez gana con comodidad se consolida Claudia Sheinbaum y esto acelera aún más los tiempos del tabasqueño.
Adán Augusto ha comprendido que su función en Segob ya le ha dado todo lo que podía en materia de conocimiento y percepción en el electorado. Y el resultado es a todas luces insuficiente: tras meses de una centralidad absoluta ninguna encuesta seria lo ubica en los dos primeros lugares de la contienda sucesoria.
Y el ex gobernador lo sabe, de ahí el malestar que le produjo el sondeo de Grupo Reforma de hace una semana que lo ubica en un dígito de preferencia de voto.
La necesidad de recorrer el país es imperiosa. Sus principales laderos destacan que la única forma de seguir en el gabinete sería en la Secretaría de Bienestar pero de momento no se perciben cambios en esa dirección.
El horizonte es muy claro para Adán Augusto: caminar México, elevar todo lo posible su percepción y si no obtiene la candidatura presidencial negociar aspectos muy concretos.
A saber: la coordinación de dicha campaña presidencial, tres candidaturas de gobernadores de los estados en disputa en 2024 y por lo menos diez candidatos al Senado que provengan de su recomendación y con altas posibilidades de ganar.
Un detalle final: más allá de su hermandad con el presidente, Adán Augusto se ha convertido, por lejos, en el aspirante predilecto del poder militar, muy por encima de Sheinbaum o Ebrard y esto ya se denota en los movimientos que auguran su aventura presidencial.