El Partido Acción Nacional (PAN) tiene la brújula perdida y divisiones que marcan una crisis que dura ya varios años. Los problemas van más allá de la reciente gresca pública entre el expresidente Felipe Calderón y los panistas cercanos a Ricardo Anaya, el último candidato presidencial del partido blanquiazul. Y también es más grande que el agujero cada vez más difícil de tapar que tiene el partido en Ciudad de México, donde la Fiscalía estrecha el cerco sobre la formación por un caso de corrupción sobre Santiago Taboada, el alcalde de Benito Juárez, el bastión del partido en la capital. Desde antes incluso de la dura derrota en 2018 y el ascenso arrollador de Morena, la cúpula del PAN no logra taponar las vías de agua que se abren por doquier en la derecha mexicana, y que no tienen visos de remitir a poco más de un año para la cita clave de los comicios presidenciales.
La crisis interna en el PAN volvió a resurgir con fuerza esta semana después de que el pasado 29 de abril Calderón responsabilizara a Ricardo Anaya y a sus allegados —que controlan el aparato del partido— de no ganar las elecciones presidenciales de 2018, en las que resultó electo Andrés Manuel López Obrador. Calderón respondió a un mensaje publicado en Twitter por Fernando Doval, consejero nacional del partido blanquiazul y vocero de la campaña de Anaya en los comicios de hace cuatro años, en el que el segundo aseguraba que no se les puede echar la culpa por la situación del país. Calderón no tardó en responder: “¡Claro que tienen culpa! Por la manera en que dividieron, excluyeron, atropellaron la democracia interna y la participación ciudadana en el PAN para imponerlo [a Ricardo Anaya]. Hoy siguen siendo parte del problema y no de la solución, pues siguen teniendo el PAN cerrado a los ciudadanos”.
Las fricciones entre familias comenzaron antes de aquel fracaso electoral. En 2018, cuando Anaya saltó de la presidencia del PAN a la candidatura presidencial del partido, Margarita Zavala, esposa del expresidente, hizo lo propio al salirse del PAN para lanzarse como candidata independiente a la presidencia. Lo hizo después de acusar que Anaya había sido impuesto. Desde entonces, el PAN es controlado por su actual presidente, Marko Cortes, y el resto del círculo de confianza de Anaya.
La cúpula del partido conservador mexicano, el Comité Ejecutivo Nacional, está cuestionada desde entonces. Unas críticas que aumentaron tras el batacazo en las presidenciales cinco meses después. El PAN obtuvo la peor cifra histórica desde la registrada en 1994 por Diego Fernández de Cevallos. La trayectoria de Cortés en la cima del partido ha sido incluso cuestionada por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJ), que tras su reelección en 2021 señaló que no se garantizaron las condiciones mínimas de equidad en el proceso de renovación de la dirigencia.
El PAN continúa siendo el principal partido de oposición en México, aglutinando al amplio espectro de las derechas en el país. Sigue mejor posicionado en las encuestas que los partidos que lo acompañan en la alianza Va por México, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Esta insólita alianza, que dura ya dos años, supuso otro episodio de desgaste dentro del partido. No todos estuvieron de acuerdo con el pacto alcanzado desde la dirección de unir fuerzas con el PRI, su antagonista histórico. A expensas del resultado de los comicios de este año en el Estado de México, donde la oposición se presenta también unida, sigue abierta la incógnita sobre la definición de los candidatos para las presidenciales y la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, cargos que se someterán a voto el 2 de junio de 2024.
Este tipo de situaciones al interior del partido han sido criticadas por los propios militantes del blanquiazul, como Damián Zepeda, actual senador de Acción Nacional, quien el año pasado fue crítico con la falta de democracia en las entrañas de la agrupación. El legislador también ha sido duro con la crítica por la alianza con el PRI. “El PAN está llamado a ser en este momento el principal partido de oposición y en ocasiones no se asume como tal. Parece que se ha desdibujado en esta suma de PRIAN que se ha dado y ahora, en ocasiones, parecería que no puede dar ningún paso si no está acompañado del PRI. Eso me parece que es traer la brújula muy perdida”, explica.
El senador lamenta que, en la actualidad, a los dirigentes del partido blanquiazul les importe más qué operador político aporta más personas afiliadas al padrón electoral que los liderazgos dentro del partido. “Se ha venido convirtiendo cada vez más en un partido que voltea a ver solo a operadores políticos que tienen el control del padrón”, señala Zepeda.
Muchos de los líderes panistas de antaño que no tienen fuero han salido del país. Como Ricardo Anaya y el propio Felipe Calderón. El excandidato a la presidencia vive en Estados Unidos prácticamente desde que terminaron los comicios de 2018. A Anaya se le inició un proceso de investigación en la Fiscalía General de la República por acusaciones de haber recibido un presunto soborno de 6,8 millones de pesos para aprobar la reforma energética en el sexenio pasado, encabezado por el priista Enrique Peña Nieto. Esta investigación le ha servido al presidente López Obrador para diezmar a su antiguo contrincante en las urnas. También el mandatario federal se ha valido del fallo en Estados Unidos que encontró culpable al exsecretario de Seguridad Pública en el Gobierno de Calderón, Genaro García Luna, para restarle puntos al PAN.
Otro líder panista que está alejado del partido, aunque esté en México, es Vicente Fox. El expresidente, el primer mandatario emanado de ese partido y con quien el blanquiazul logró la transición democrática, ha participado en eventos recientes e importantes de la agrupación, como el primer informe de la gobernadora panista de Chihuahua, Maru Campos, pero ha sido aparentemente abandonado por los militantes de Acción Nacional en las recientes críticas que el presidente López Obrador le ha hecho por su participación en el negocio del cannabis. Apenas en abril, el mandatario de izquierdas ha cuestionado a su predecesor por vender productos derivados de la marihuana. Fox tiene participación en una empresa mexicana que distribuye estos artículos en 24 de los 32 Estados del país.