En la noche de ayer jueves Andrés Manuel López Obrador avaló que la Marina ocupe las instalaciones ferroviarias de Grupo México que hoy viernes se desplomó en la Bolsa de Valores. El presidente se entiende como traicionado por Germán Larrea Mota porque, según cuentan en el gabinete, el visto bueno para la compra de CitiBanamex venía acompañado de dos movimientos por parte del empresario: desistir de un litigio por el Tramo 5 del Tren Maya y ceder las vías férreas que el Gobierno requiere para el Corredor Interoceánico.
Para el oficialismo esta obra es hasta más importante que el Tren Maya porque hace a la competitividad económica, forma parte de diversos acuerdos con Washington y está la necesidad de que quede lista a finales de este año.
Desde Grupo México alegan que Larrea estuvo esta semana, concretamente el miércoles, con el presidente en Palacio Nacional y que allí no asumió compromisos respecto a las vías que se requieren para dichas obras. Todo lo hablado se habría circunscripto en Banamex.
El antecedente del Tramo 5 fue un primer conflicto de alta densidad porque el Ejército le achacaba a Larrea que ya se había gastado 13% del presupuesto para la obra dado por el Gobierno y que el desarrollo no avanzaba.
Grupo México informó que va a litigar y así se cristaliza un escenario que López Obrador ya modela desde sus conferencias matutinas: el poder económico se va a fusionar con la Corte Suprema que encabeza Norma Piña y desde allí buscará impedir los avances de la 4T.
En el caso de Larrea esta tesis tiene sentido por varios de sus principales ejecutivos tienen acceso a diversas vocalías de la Corte. Y el magnate conoce personalmente a la presidente del máximo tribunal.