El Partido Verde atraviesa por estas horas una división a partir de la elección en Coahuila que tiene su correlato en la disputa por la sucesión presidencial. Mientras los sectores de dicho instituto ligados a Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal avalan al candidato Lenín Pérez Rivera que insiste en no declinar en favor de Morena, la dirigencia del partido operada por Arturo Escobar busca consolidar su acuerdo con Claudia Sheinbaum hacia 2024 y que el partido cierre filas con Morena.
De momento el primer bando parece llevar ventaja. Pérez, que tiene mucha relación con el gobernador Miguel Ángel Riquelme, no solo afirma que no renuncia sino que tampoco los candidatos a diputados del Verde y del partido local UCD que integra esa alianza. La estructura de esa candidatura se mantiene inamovible y lo que diga la dirigencia en CDMX es una anécdota.
Sobre la elección hay poca emoción: el PRI va a conservar Coahuila que se erige como el nuevo bastión en reemplazo del Edomex, donde las chances de derrota son elevadas. El problema, que genera el conflicto de hoy sábado, es que el candidato Armando Guadiana parece encaminarse al tercer lugar. Esto sería un golpe a Morena, a su dirigente Mario Delgado y también erosiona la tesis de que existió algún tipo de acuerdo entre el Gobierno y el PRI para ceder Coahuila y a cambio entregar Edomex.
El mensaje que se agita en los comandos de Ebrard y Monreal (que esta semana ambos estuvieron en un evento del Verde) es muy claro: Delgado no tiene la inteligencia para estructurar la coalición oficialista en 2024, algo que se exhibe en Coahuila pero también en Edomex donde la coalición tampoco ha funcionado según lo esperado y de ahí que Delfina Gómez ganará pero no arrasará.
Hay otra cuestión más sensible: Coahuila se va a utilizar al interior de la disputa sucesoria como un caso testigo de que las encuestas que elabora Delgado son inservibles y que ni Ebrard ni Monreal se van a someter a ese mecanismo. Temas que animarán la reunión del lunes despúes de las elecciones cuando Delgado reciba a las denominadas “corcholatas”.
Las miradas también se vuelvan a Bucareli con el enigma sobre cuál será la postura de Adán Augusto López Hernández. El secretario tiene un fin de semana complicado porque el sondeo de Grupo Reforma, una de las encuestas a la que más le cree, en privado, lo da con una intención de voto de tan solo 6%. La narrativa del ex gobernador de Tabasco de que él mide lo mismo que Ebrard genera un colorido jolgorio en la prensa y las redes sociales pero casi no tiene eco en la terrenalidad.
No es un detalle menor: a Adán Augusto le convienen las encuestas de Delgado y de ahí su estilo cauto sobre el desempeño del dirigente.
Al tanto de lo que viene, Delgado comienza, de modo sinuoso, a comentar con ciertos allegados que estaría listo para habilitar debates entre los precandidatos, que es un reclamo de Monreal y Ebrard. En los próximos días se conocerá si el presidente avala una situación impredecible y a los ojos del gran público que ponga en riesgo el proyecto sucesorio que hoy por hoy moviliza a toda la administración.