Un bloque que pudo haber sido morenista y concentrado la mitad de los votos de la entidad ahora está fracturado en tres. Las últimas encuestas rumbo a la elección muestran la polarización electoral que vive el país: la mitad de los electores quieren votar por Morena y los partidos afines con los que ha hecho alianza, en el caso de Coahuila el PT, el Verde y la Unión Democrática Coahuilense (UDC). La otra mitad es el voto anti-Morena, consolidado en una alianza inédita del PRI, PAN y PRD, producto del mayor realineamiento de la política local en 90 años.
Es el escenario que resultaría familiar a cualquiera que también haya seguido la elección del Estado de México, a resolverse el 4 de junio igual que Coahuila, pero con una diferencia clave: mientras que en el Edomex el bloque morenista está firme en torno a una sola candidatura, en Coahuila ese bloque está deshecho: Armando Guadiana es el candidato de Morena, pero la bandera de la izquierda, la “cuarta transformación” y el proyecto obradorista se la disputa con Ricardo Mejía, postulado por el PT, y Evaristo Lenin Pérez, de la UDC, que entró en la contienda en una alianza con el Partido Verde, ya disuelta una semana antes de la elección.
De esa forma, alrededor de la mitad de la intención de voto se va por el candidato del bloque PRI-PAN-PRD, Manolo Jiménez Salinas, mientras que el voto de los simpatizantes de López Obrador y su proyecto tienen tres opciones de donde escoger. Esta diversidad es una estaca en el corazón de Morena, que tenía al alcance de la mano la oportunidad de ganar Coahuila, uno de los últimos Estados gobernados por el PRI.
Las fricciones se advirtieron desde finales de 2022. El proceso se selección se retrasó ante la falta de acuerdos, mientras la cercanía de Ricardo Mejía con el presidente, en virtud de su puesto como subsecretario de Seguridad federal, le auguraba buenas posibilidades de hacerse con la candidatura. Pero la encuesta favoreció a Guadiana, que fue postulado, mientras que Mejía consiguió que el PT rompiera en Coahuila la alianza con Morena y lo lanzara.
Este fue el rompimiento más sonado, dado el perfil nacional de Mejía, pero meses antes la UDC que encabeza Lenin Pérez, se separó de la alianza que había entablado con Morena apenas en las elecciones de 2021. Todavía en mayo, Pérez se tomaba la foto con Claudia Sheinbaum pero meses después anunciaba la ruptura porque dijo que no le habían respetado acuerdos para candidaturas en la zona norte del Estado, donde la UDC tiene su fuerza.
Pero al definirse las candidaturas, Morena perdió a su otro aliado, el Partido Verde, que eligió irse con Pérez y la UDC. Durante toda la campaña, la dirigencia de Morena presionó a la del Verde para que se bajara de la alianza y una semana antes de la elección la doblaron. Pero con las boletas impresas con el nombre de Lenin Pérez bajo el Verde, no está claro qué tanto los llamados a esta militancia para que vote por Guadiana rendirán frutos, sobre todo porque Lenin sigue en la contienda y la dirigencia estatal del Verde todavía este fin de semana estaba haciendo campaña con él.
El Verde sacó 46.000 votos en la pasada elección y no es seguro que eso le baste a Guadiana para remontar. Pero el morenista necesita esos votos, como también necesitará los que le ha restado Mejía, quien registra alrededor de un 10% en las encuestas, lo cual es notable si se considera que el PT a lo más que ha llegado en Coahuila es al 2%.
Por lo mismo, Guadiana ha reforzado los llamados al voto útil, a que los electores que simpatizan con el presidente López Obrador y su proyecto concentren sus intenciones en una sola alternativa para no fragmentar ese apoyo. Para reforzar el argumento, ha tenido las visitas de “corcholatas” como Sheinbaum y Adán Augusto López que han pedido a Mejía y Pérez la declinación.
Pero como esos llamados cayeron en el vacío, hace unos días el mismo López Obrador se metió en la polémica con una acusación contra Mejía por usar la imagen del presidente y una dura crítica por la “deshonestidad” de quien fue su colaborador.
López Obrador parece ver en Coahuila la ominosa señal de lo que puede esperarle a su movimiento. Igualmente sus “corcholatas”, Sheinbaum, López y el canciller Marcelo Ebrard, pueden ver lo que puede pasar si uno de ellos reniega de la selección de la candidatura presidencial para 2024.
De hecho, algunos operadores morenistas han comentado que si el presidente López Obrador no buscó evitar la ruptura de Mejía y del PT fue porque quería que las corcholatas vieran el destino que les aguarda si se inconforman: la expulsión de Morena y del favor presidencial.
El bloque pro-morenista se arrastra a la recta final dividido en tres, frente a una coalición opositora que notablemente ha tenido pocos desencuentros. El PAN, rival histórico del PRI en Coahuila, aceptó sin chistar como su candidato al priista Manolo Jiménez Salinas, colaborador cercano del gobernador Miguel Ángel Riquelme, cuya elección hace seis años fue impugnada precisamente por el PAN.
Que ahora el PAN lleve de abanderado a un priista es consecuencia de las elecciones de 2018 y 2021, cuando el voto anti-PRI se fue para Morena, que mandó al PAN al tercer lugar. Esos resultados fueron verdaderos terremotos, que alteraron la política coahuilense. En la pasada elección de gobernador, en 2017, el PRI, PAN y PRD sumaron 936 mil votos pero compitieron separados. Pero en la última elección, la de 2021, ese total combinado se cayó a 709 mil votos. Esa merma benefició a Morena, cuya preferencia se disparó de 150 mil votos en 2017 a 407 mil en 2021.
Fue entre esos años que se comenzó a barajar la alianza. Riquelme comenzó a operarla desde hace al menos dos años y la elección de 2021 convenció al PRI y al PAN que ya no era un asunto de conveniencia sino de necesidad. Los partidos fueron separados en esas elecciones federales y de alcaldes y el PAN se derrumbó a tercer lugar porque muchos electores panistas opuestos a Morena ejercieron el voto útil y se lo dieron al PRI. En esa elección, Morena sacó más de 400.000 votos, lo que el PAN en sus mejores épocas.
Así la mesa estaba puesta para que Morena desplazara al PRI por primera vez en Coahuila, si sumaba todo el voto simpatizante de la 4T. Pero no logró superar sus diferencias internas, mientras que fuentes de Morena acusan que la división en sus filas también fue provocada por operadores de Riquelme.
Jiménez Salinas, por su parte, recibió el respaldo de panistas y perredistas y cualquier intento de división en el PRI fue sofocado sin consecuencias. La alianza también superó los desencuentros de las dirigencias nacionales de ese partido, sobre todo la ruptura del PAN con el PRI cuando los priistas votaron con Morena la permanencia de Fuerzas Armadas en seguridad pública hasta 2028.
Sin embargo, para el PRI esto era un argumento a su favor en la elección, pues el Estado ha vivido una caída notable en índices delictivos y violencia asociada al crimen organizado. El Ejército ha sido pieza clave en esto y tanto Riquelme como Jiménez Salinas han insistido en la continuidad de esta estrategia, avalada incluso por el propio López Obrador. Esto ha complicado el discurso de Morena en el tema de seguridad, por lo que Guadiana se ha concentrado en acusar que Jiménez Salinas representa a una figura como el exgobernador Humberto Moreira, cuyo sexenio fue marcado por la corrupción y la violencia.
Al final serán los números los que hablen. La merma que ha tenido el voto contra Morena, ya sea por el PRI, PAN o PRD se explica por el rechazo de los electores al statu quo desde 2018. Es posible que esa hemorragia de votos ya se haya detenido en Coahuila, pero si todavía persiste, esa alianza podría resistir una pérdida de 150.000 votos más respecto a la última elección y aun así ganar.
El reto para Guadiana y Morena es que todo el voto contra el PRI y el PAN, además de los 93.000 nuevos electores que se han sumado de 2021 a la fecha, deben irse para ellos y no repartirse entre las otras dos opciones que enarbolan la bandera de la 4T. Coahuila no es un Estado importante en peso electoral y al coincidir sus elecciones a gobernador con las del Estado de México, éste siempre ha acaparado la atención al ser la mayor reserva de votos del país. Pero en esta ocasión, las claves de 2024 bien podrían estar en donde menos se esperaba.