Ya van seis meses de gobierno y con decepción vemos que el nuevo régimen carece de identidad propia. En el papel Sonora es una extensión de la cuarta transformación de la federación, pero aquí nada han transformado. La ausencia de identidad es del gobierno estatal y los ayuntamientos.
Lo que sigue destacando es la violencia.
Pero hay ausencia de programas de gobierno.
Hay estabilidad política, cierto, en parte porque la oposición está desaparecida o entregada, pero en materia de nuevos programas, nada.
El discurso de lo ofrecido en campaña ya se hizo viejo.
Como modernizar el puerto de Guaymas y hacer realidad el viejo sueño de convertirlo en el puerto de Arizona, la nueva carretera Sonora- Chihuahua (parte esencial del proyecto Guaymas) y hasta un banco sonorense, claro sin olvidar la millonaria inversión para construir la planta solar en Puerto Peñasco, ligada al Grupo Vidanta y por ende a José Ramón López Beltrán, sí, el del escándalo de la casa gris.
Todos estos proyectos difícilmente llegarán a buen puerto.
El gobierno federal está muy ocupado en sus obras insignia.
Y claro, los pocos recursos se orientan a esas obras ya muy conocidas por la sociedad mexicana.
Es probable que el presupuesto alcance para una obra de regular calado. Y una que otra obrita diseminada en los municipios sonorenses.
Me gustaría equivocar el pronóstico, pero difícilmente llegarán excedentes presupuestales a Sonora.
Y el gobierno de la 4T no tiene entre sus virtudes un inteligente manejo de los recursos públicos. Los fideicomisos, ya se los acabaron. Esto significa que en materia de salud, educación y seguridad, las cosas se pondrán peor en este año. Y no hay que olvidar que en temporada de lluvias y huracanes no habrá el tradicional fondo para enfrentar estas emergencias. Política y revocación de mandato ocupa todos los pensamientos.
Con todos los problemas por venir, Sonora importará poco.
De hecho poco importamos desde el inicio del actual régimen. La prioridad está en el sur del país, los estados más amolados, según la visión federal.
Es poco lo que devuelve la federación en materia de contribuciones aportadas por Sonora. De cada peso enviado a la federación regresan unos 20 centavos.
Entonces, ante este panorama, será necesario recurrir a la creatividad.
Pero resulta que la creatividad, el ingenio, el arrastrar el lápiz para hacer mucho con poco dinero, no se les da a los nuevos funcionarios.
El problema no es cuestión de ideologías.
No, para nada.
El gobierno de Sonora es, en el papel, de izquierda, pero luce igual que el de derecha de Hermosillo.
Bueno, Toño Astiazarán saca ventaja.
Con ese robo a los trabajadores pensionados y jubilados del Ayuntamiento de Hermosillo, a los que ilegalmente les quitó beneficios ya conquistados, como apoyos para despensas y servicios funerarios, el alcalde capitalino se comporta como un político ávido de recursos para avanzar en otros proyectos, quizá personales.
Vaya, vaya, vaya.
La política del bien común en su máxima expresión.
Porque de acuerdo al abogado José Isasi, compañero en el programa Zona Franca (donde abordamos estos temas) en este caso se está violando el artículo 1 Constitucional, que señala las obligaciones de las instituciones de gobierno para respetar y resarcir esos derechos de los trabajadores.
Esto es una arbitrariedad, subraya Isasi, quien puntualiza: Es falso eso que ventilan que el Ayuntamiento de Hermosillo tiene las manos amarradas para resolver el problema. El alcalde no lo quiere resolver. No tiene interés. Su interés es que así se quede. Se quieren ahorrar ese dinero.
O sea que el líder de los trabajadores está haciendo mal las cosas. Desde palacio municipal están manipulando el caso. Y desgraciadamente todos se están dejando manipular.
¿Habrá visto Toño Astiazarán la película La Ley de Herodes?