En la película Los Juegos del Hambre la actriz principal Jennifer Lawrence es el símbolo de la propaganda como arma de guerra. En el conflicto Rusia-Ucrania dos personajes con tablas escénicas, el presidente ucraniano y una ex reina de belleza, pretenden imitar a Sinsajo para ofrecer al mundo su visión de una guerra propagandística.
Parte de la audiencia mexicana muestra su asombro por las escenas bélicas, en las que aún no hay bajas civiles, sólo un actor y una reina de belleza que repiten somos los débiles, los buenos y el adversario es el tirano. Mientras, en México hay una verdadera guerra, con muertes de civiles. Es el rostro de la muerte encarnada en una violencia que nadie desea pero que todos padecemos.
Con los rusos hay empatía.
Con las familias que sufren con la guerra mexicana, nada. Ni siquiera solidaridad.
Aquí hace falta un Sinsajo.
Un símbolo de la propaganda como arma de guerra.
Y, sobre todo, que los mexicanos tengan su Jennifer Lawrence para mandar el mensaje adecuado a la población.
En un descuido así se toca las fibras sensibles de nuestras autoridades.
Obviamente que los sonorenses anhelamos nuestro Sinsajo.
A ver si la propaganda es el arma perfecta para contener la violencia que deja puras bajas civiles.
Los militares brillan por su ausencia.
Igual los de la guardia nacional.
Y los policías, ni se diga.
Simplemente hay que recodar Caborca y sus más de seis horas de balacera sin que apareciera un solo agente de la ley o un militar.
Por eso hay que ser creativos y buscar a nuestra Jennifer Lawrence.
Un casting no estaría de más.
En un descuido la seleccionada sería Claudia Indira Contreras o María Dolores del Río.
O ambas.
Claudia tiene experiencia para asumir ese rol.
Dolores podría convertirse en una estrella en ciernes para filmes futuros.
Ellas interpretan una acción.
Suelen improvisar. Usan la voz, la mímica y otros recursos corporales.
Pero no transmiten seguridad al espectador.
Así que el realizador estaría obligado a buscar por el lado de la mal llamada sociedad civil.
Con suerte encuentra a una desconocida que pueda interpretar el rol a la perfección. Y lo principal: Que transmita seguridad.
Queremos drama, acción, con un poquito de ficción.
Si todo queda en una sátira, ni modo.
Que nadie diga que no lo intentamos.