MIAMI, FL.- La relación entre los gobiernos de Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador ha caído en una espiral descendente y registra un deterioro pocas veces visto entre ambos países, desde la nueva etapa que abrió la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en 1993.
El gobierno de Biden ya entendió que con el actual Presidente de México no hay posibilidades de arreglar en privado los crecientes desacuerdos en políticas públicas y en temas estructurales.
La reforma eléctrica, la agenda verde, libertad de expresión, Estado de derecho y violencia criminal, son los temas que han llevado al gobierno de Estados Unidos a cambiar la estrategia con la administración de López Obrador.
Con las visitas a México de funcionarios de alto nivel (la secretaria de Energía y el enviado para cambio climático), muestran el alto valor que otorga la administración Biden a cualquier intento de AMLO para poner a empresas e inversionistas estadounidenses en una posición de desventaja.
La visita de John Kerry al vecino del sur se enmarca en la decisión de confrontar a gobiernos que adopten políticas que corran a contrapelo de la ambiciosa agenda verde de la Casa Blanca.
Hasta antes de esas visitas, la estrategia de Estados Unidos fue tratar de convencer en privado a López Obrador para que colabore en temas básicos, y no funcionó. No hay manera.
El cambio de guardia de la administración estadounidense en la relación bilateral implica visibilizar las diferencias a fin de marcar las rayas y generar mayor presión pública.
La delicadeza con que se trataron las diferencias en materia energética desde que se hizo pública la iniciativa en octubre pasado, desapareció:
“El gobierno de los Estados Unidos ha expresado reiteradamente su preocupación sobre la propuesta actual del sector energético de México. Promover el uso de tecnologías más sucias, anticuadas y caras sobre alternativas renovables eficientes, pondría en desventaja tanto a consumidores como a la economía en general”, señaló la embajada estadounidense en México en un comunicado oficial.
La reforma energética que impulsa el Presidente de México es “sucia, anticuada y cara”, dice la administración Biden.
Una amenaza criminal, en México, contra un inspector estadounidense del Departamento de Agricultura provocó la suspensión de importaciones de aguacate mexicano.
La reacción del gobierno de Estados Unidos es extremadamente dura. Ocho de cada 10 aguacates que se consumen en este país vienen de Michoacán.
El tamaño del malestar del gobierno de Biden con la indolencia de su homólogo mexicano ante el crimen organizado lo da el hecho de que esa suspensión de importaciones de aguacate mexicano va a golpear a los consumidores estadounidenses.
Del año pasado a éste, el precio del aguacate aumentó 100 por ciento. Ahora, con la prohibición de importaciones michoacanas, se comprarán aguacates de Perú, Chile y República Dominicana, aún más caros.
No les importa. La sanción va, para que se sienta el rigor.
Alarman en Estados Unidos los asesinatos de periodistas en México, mientras el Presidente del país sostiene una abusiva e ilegal campaña contra el gremio periodístico que no le es incondicional.
“Hay una crisis de libertad de expresión” en México, afirman prominentes figuras de los dos partidos.
La embestida del presidente López Obrador contra periodistas ha provocado una insólita confluencia entre demócratas y republicanos.
Así lo expresaron dos senadores de mucho peso, Tim Kaine, demócrata, excandidato a la Vicepresidencia en fórmula con Hillary Clinton, y el republicano Marco Rubio, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara alta, en una carta dirigida al secretario de Estado, Antony Blinken:
“Estamos consternados por la continua retórica belicosa del Presidente de México contra la prensa. La violencia que se ha prolongado por años contra los periodistas no puede comenzar a disminuir mientras el dirigente del país continúe por normalizar la hostilidad en contra de la libertad de expresión”.
Le piden a Blinken:
“Solicitamos que el Departamento de Estado presente información detallada sobre las medidas específicas que tomará la agencia para garantizar que exista transparencia y rendición de cuentas por los recientes asesinatos de periodistas y para una mejor atención de la crisis de libertad de expresión en México”.
The Washington Post, en un editorial institucional, le exige al presidente de Estados Unidos:
“La escalada de violencia (contra periodistas) es una mancha en el historial democrático de México. El año pasado, la administración Biden se comprometió a promover medios libres, independientes y diversos en todo el mundo. Debería condenar los ataques a los periodistas mexicanos y hacer un llamado a nuestros aliados democráticos para que apoyen una prensa libre”.
Y señala, sin ambages, al Presidente de México:
“Su diatriba más reciente (contra Carlos Loret) sólo envalentona a quienes atacan a los periodistas en medio de una oleada de violencia contra reporteros y denunciantes, la mayoría de los cuales no son tan conocidos como Loret de Mola”.
Cuesta abajo, la relación con Estados Unidos.