MIAMI, FL.- Biden va a lograr lo que no hicieron Trump ni Obama: doblegar a Vladimir Putin.
Es un momento crucial para el presidente y su país. En este lance contra el criminal que gobierna Rusia, se juega su prestigio y la recuperación del liderazgo de Estados Unidos en el mundo.
Por primera vez desde que asumió la presidencia, vimos a un Joseph Biden firme y resuelto, en su larga conversación del martes con el líder del Kremlin.
No dejó dudas de que –a diferencia de su antecesor– él preside el país más poderoso del planeta.
“Invades Ucrania y pagarás las consecuencias”, fue el mensaje, literal, dicho cara a cara en la videoconferencia entre ambos.
Putin es un asesino y un delincuente internacional comprobado. Impune, absolutamente impune.
Sus equipos de seguridad han matado a periodistas que le resultaban incómodos.
A un exagente de la KGB que se refugió en Gran Bretaña, lo mandó envenenar con plutonio y lo mató.
A un político opositor, pro Europa, que aspiraba a destronar a Putin de la presidencia, ayudado por el rostro de galán que le granjeó una enorme popularidad, le quemó (sus agentes) la cara con ácido y lo acabó.
Su más reciente y firme opositor ha sido Alexei Navalny, con fuerza para disputarle la presidencia, ascendió en el ánimo de los rusos por las denuncias de la corrupción de Putin y de sus allegados. A él lo envenenó con un agente neurotóxico llamado novichok.
Navalny, premio Sajarov a libertad de conciencia, fue tratado en Alemania por cinco meses, y a su regreso a Rusia lo encarcelaron en una prisión de alta seguridad, en un campo helado.
Putin ha construido un megaentramado digital para intervenir con mensajes falsos en procesos electorales extranjeros. Lo hizo en Gran Bretaña, en favor del Brexit.
La comunidad de inteligencia de Estados Unidos, encabezada por el FBI, realizó una minuciosa investigación acerca de la posible intervención cibernética rusa en las elecciones presidenciales de 2016, y concluyó que sí, en efecto, el Kremlin participó en la campaña de desprestigio contra Hillay Clinton para favorecer a Trump.
El Senado de Estados Unidos creó una comisión, con mayoría republicana, para investigar esa interferencia en las elecciones de 2016, y también concluyó que sí.
Granjeros de Kansas, por ejemplo, recibían en su celular mensajes que decían que Hillary iba a esterilizar a sus hijos.
Impunidad absoluta para el autócrata ruso, sin que nadie le pusiera un hasta aquí.
Obama permitió que le arrebatara Crimea a los ucranianos.
Trump se le entregó, al grado de abrazarse con él en Helsinki y descalificar, junto a Putin, las conclusiones de la comunidad de inteligencia de su propio país.
“Tengo una gran confianza en mi gente de inteligencia, pero les diré que el presidente Putin fue extremadamente fuerte y poderoso en su negación de hoy. Simplemente dijo que no es Rusia. Yo diré esto: no veo ninguna razón por la que sea así”, dijo Trump.
Fue una vergüenza para Estados Unidos, con los republicanos incluidos, ver cómo su presidente se doblegó ante Putin.
“El abrazo hace ver a Estados Unidos como una presa fácil”, dijo el senador republicano por Tennessee, Bob Corker.
John McCain, héroe de guerra y entonces senador republicano por Arizona, declaró que Trump tomó una “decisión consciente para defender a un tirano”, y protagonizó “una de las actuaciones más vergonzosas de un presidente estadounidense que tengamos en la memoria”.
Un informe de inteligencia de Estados Unidos reveló que Rusia planea invadir Ucrania en enero, con 175 mil soldados, desde distintos frentes. A Putin le molesta la cercanía política de los ucranianos con la Unión Europea. Teme que ingrese a la OTAN.
Paranoias aparte, el hecho es que Putin ya movilizó 70 mil efectivos a la frontera con Ucrania.
Biden, antes de la reunión del martes, hizo su trabajo: habló y acordó con sus aliados europeos para dar un ultimátum a Putin y hacerlo desistir de la invasión.
Sin disparar una bala (vamos, una ojiva), Estados Unidos puede mandar a Rusia a la condición de Estado paria. Había que decírselo a Putin, y Biden lo hizo.
Una de las posibilidades (amenazas) es sacar a Rusia del sistema de pagos internacionales (SWIFT). Con ello no puede hacer una sola transacción monetaria al exterior.
Claro, tiene consecuencias. El 40 por ciento del gas que consume Europa viene de Rusia. Y los países bálticos (Finlandia, Suecia, Alemania, Dinamarca, Polonia, etcétera) en algunos casos dependen 100 por ciento del gas ruso.
Por eso la invasión de Putin a Ucrania está planeada para enero. Sabe que Alemania no pasa el invierno sin su gas. ¿No me puedes pagar?, no te vendo.
Esa extorsión se acabó. Europa está decidida, unida, junto a su aliado Estados Unidos. Alemania está presta a terminar su relación especial con Rusia.
La nueva secretaria de Relaciones Exteriores de Alemania declaró que el gasoducto Nord Stream 2, que se construye desde Rusia a su país, debe suspenderse porque “no podemos ser chantajeados” por Putin.
El secretario de Economía del nuevo gobierno fue más allá: “Alemania debe proporcionar armas y equipo a Ucrania”.
Josep Borrel, canciller para Asuntos de Seguridad de la Unión Europea, declaró el “apoyo inquebrantable a Ucrania”.
Putin está en problemas.