Esta pregunta se la puede formular cualquier ciudadano, no nada más una persona dedicada a la actividad periodística. Respuesta a esa interrogante, no la hay. Y quizá no la habrá en el futuro. De lo que estamos seguros es que llamó la atención y le robó reflectores a la difusión de la charla telefónica entre el presidente de México y la vicepresidenta de Estados Unidos, que, obviamente, debieron abordar el tema del narcotráfico entre ambos países.
El caso del general Salvador Cienfuegos, ex secretario de la Defensa Nacional, investigado por narcotráfico y que provocó (y sigue provocando) un choque entre Estados Unidos y México, con una especie de guerrita fría aderezada con la visita de los jefes de la seguridad gabacha, está latente, es una herida viva que difícilmente se cerrará en el corto plazo.
Por eso la pregunta: ¿La amenaza a la periodista Azucena Uresti y a los medios Milenio, El Universal y Televisa viene del Cartel Jalisco Nueva Generación, de sus enemigos, entre los que se incluye el gobierno, o simplemente fue una caja china?
El mensaje habría sido para los enemigos de la fuerte organización de las cuatro letras en el estado de Michoacán. Eso fue muy claro. Pero tiene los tintes de una simple estrategia de distracción.
Los barones de la droga saben muy bien que el referente aquí es Pablo Escobar. Cuando amenazó a la prensa, escrita y de televisión, el capo empezó a derrumbarse. No es buen negocio. Menos desafiar al Estado.
Difícilmente el CJNG y sus liderazgos desearán reeditar el fin del capo colombiano.
Y a propósito, ¿cómo andaremos en este tipo de asuntos de la cultura popular en Sonora?