El particular de Andrés Manuel López Obrador, Alejandro Esquer, tomó finalmente el control absoluto de la vida cotidiana en Palacio Nacional y con el pretexto de montar un museo en el cuarto piso se las arregló para eyectar de sus oficinas a figuras primarias del círculo presidencial como el coordinador de programas sociales Gabriel García, el secretario técnico del gabinete Carlos Torres Rosas, al ex vocero César Yañez y hasta incluso al almirante Rafael Ojeda Durán, que tenía un despacho a metros del presidente.
Los mencionados pasan ahora a despachar en unas oficinas que tiene Presidencia en Avenida Constituyentes, a metros de Los Pinos. El cambio genera un malestar considerable porque igual los obliga a trasladarse al Zócalo al alba para luego a media mañana dirigirse a su nueva locación.
Esquer está en un proceso de reforzar su blindaje sobre López Obrador. Ya controlaba la seguridad interior de Palacio y digitaba dónde se sentaba cada quien en los encuentros matutinos con el presidente. Ahora directamente retira al grueso de los colaboradores.
No es menor el desalojo que empuja de Gabriel García, más conocido como el “Monje Negro” de Palacio, que todavía controla la estratégica estructura de super-delegados que bajan programas sociales en todas las entidades. Acaso haya en esta mudanza una reprimenda por las apretadas elecciones que se esperan en algunos estados.
El caso del “Junior” Carlos Torres también es llamativo. Se trata de un personaje que camina por las sombras, pero que había ganado influencia en las decisiones económicas del Presidente, sobre todo por la amistad desde niño que mantiene con Andy López Beltrán, el más político de los hijos de AMLO.
Esquer, que tiene la característica de hablar por momentos como si él mismo fuera el presidente, se queda prácticamente sólo en las inmediaciones de su amigo y solo admite al vocero Jesús Ramírez, que cada vez comienza a ganar más terreno en la operación política del Gobierno. También habitarán Palacio el consejero jurídico Julio Scherer (a quien intentó desplazar a Constituyentes pero AMLO lo impidió) y al jefe del espionaje, el general Audomaro Martínez Zapata.
Es un reacomodo que habla mucho del momento político que viene. El presidente ya está visualizando un domingo electoral complejo. En las últimas horas dijo a sus colaboradores que no le importa perder gubernaturas porque a fin de cuentas todos los gobernadores deben arreglarse con la Federación. Algo similar esboza sobre San Lázaro, donde sostener la mayoría también será complejo. Conclusión: la pirámide de expectativas del oficialismo se ha desplomado en los últimos días.
Esquer está blindando al presidente ante un futuro inmediato que se asoma muy complejo y por eso solo deja incondicionales en su entorno. Nada nuevo bajo el sol: lo mismo que hicieron Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón y Vicente Fox cuando perdieron sus elecciones intermedias.