Definitivamente las campañas por la gubernatura de Sonora no están prendiendo. Se pierden en la abulia, en la crisis económica y sanitaria, en la violencia. Son otras las necesidades ciudadanas. Y los candidatos insisten en buscar respaldo popular en un ambiente de frialdad, con colaboradores que se distinguen por un comportamiento de tiranía y arrogancia. Este escenario se podría definir como la Anarquía del Voto.
Cuando todas las decisiones giran en torno al voto se genera una distorsión de la realidad. Entonces se comienza a perder la compostura, a tal punto en que la percepción es de una ausencia total de estructura. O sea, la anarquía del voto.
En este punto debemos recordar que el anarquismo plantea una sociedad políticamente organizada sin Estado, a la que llaman “anarquía”.
Siempre se ha dicho que las campañas políticas son auténticas guerras. Por eso sus estrategias adoptan nombres de la jerga militar. El mismo término de “campaña” viene del lenguaje militar.
También es verdad que la guerra es la última instancia de la política.
Sin embargo, en esta guerra por la gubernatura, al menos desde lejos, como espectador, se percibe una anarquía y hasta tiranía.
Un botón de muestra: El pasado fin de semana dos colaboradoras de un candidato a gobernador reunieron a un buen número de personas que no lograron llegar a una candidatura. Una de las damas, futura candidata a diputada federal y la otra a una diputación local. Ambas se distinguieron por un mensaje arrogante, de te estoy haciendo un favor para que me traigas votos y yo poder lucirme ante mis superiores. Esa falta de humildad y de toda lógica, decepcionaron. En lugar de sumar restaron. Quizá esas damas pensaron que por su buena cuna tenían derecho a una estructura electoral gratis. Esto es, precisamente, la Anarquía del Voto.
Posiblemente a ellas se les hizo muy difícil fingir humildad, empatía, ganas de trabajar juntos.
Prefirieron ser vistas como ejemplo del por qué están fracasando las campañas por la gubernatura de Sonora.
Claro, los candidatos están a tiempo de rectificar.
Y recurrir a colaboradores pensantes, forjados en las batallas electorales.
Ya saben quién o quiénes tienen heridas de guerra.
Esos serían los indicados.
Todo sea por el voto… sin anarquía.
El lujo está en la calidad, no en el costo
Hace apenas unos años la etiqueta de “Hecho en China” era sinónimo de algo barato, de mala calidad. Hoy en día China se perfila como la siguiente gran potencia mundial. Su tecnología está en todos nuestros aparatos electrónicos.
¿Y lo Hecho en México? Hoy al menos en resultados y números, lo Hecho en México se ve chafa, caro y malo.
El presidente prometió que tendríamos un sistema de salud similar al de Dinamarca. Sin embargo el INSABI y la pandemia vinieron a exponer que ni siquiera podemos abastecernos de las vacunas suficientes para cumplir un calendario propio de vacunación.
El gasto de la Secretaría de Salud de México cayó un 26.9% en términos reales, el del ISSSTE disminuyó un 0.7% y el del IMSS apenas creció 10%. ¿De donde está saliendo el dinero para las vacunas?
En diciembre de 2018 la deuda nacional era de 10.55 billones de pesos. En febrero de 2021 debíamos 12.33 billones. Es decir 1.7 billones de pesos más.
En enero de este año debíamos 12.19 billones y en febrero 12.33 billones. Casi 140 mil millones en un mes.
Desde que llegó la cuarta transformación, la deuda pública aumentó 1.78 billones.
La deuda pasó de 10.55 billones en diciembre de 2018 a 12.33 billones en febrero de 2021.
Esta administración “de lujo” nos está saliendo muy cara y chafa.