En medio de sus atribulaciones familiares el virtual candidato a gobernador de Sonora por Morena, Alfonso Durazo, estaría reflexionando sobre deslindes políticos, al estilo tradicional de los tiempos de poder del PRI, sobre todo cuando el delfín necesitaba alejarse del círculo de influencia del presidente de la República por cuestiones de imagen y vender una independencia que nadie creía.

No debe ser fácil para un político ofrecer al electorado una transformación, como la de Andrés Manuel López Obrador, que día a día pierde credibilidad por errores personales y de grupo. Ejemplos documentados sobran, pero nos remitimos al más reciente: AMLO declaró que la estrategia contra la pandemia “ha dado resultados” y sobre el ejecutor de la estrategia, Hugo López Gatell, dijo que “ha hecho un trabajo extraordinario”.

La mayoría de los mexicanos seguramente critican estas palabras presidenciales, sobre todo por el bajísimo nivel de pruebas Covid, en el que México se codea con Zambia o Mauritania, o de la convocatoria constante a no utilizar cubre bocas. Pero la mayor crítica proviene de los familiares de los más de 100 mil muertos declarados oficialmente a causa del coronavirus, aunque investigaciones ubican la cantidad en 260 mil fallecidos.

¿Eso es un trabajo extraordinario?

¿Qué opinarán familiares de sonorenses muertos por el virus de la pandemia?

Y ni hablar sobre la relación con el Ejército, a cuya cúpula acusa de planear un posible golpe de estado y después los premia, para fortalecer la vieja tesis que la institución militar es un Estado dentro del Estado. O del caso Cienfuegos, que a bote pronto la visión presidencial lo calificó como un ejemplo de corrupción del pasado gobierno y posteriormente manda a la caballería diplomática a defenderlo.

Obviamente el poder del Ejército se impuso.

El “culiacanazo”, donde sí tuvo directa participación Durazo, lo dejaremos de lado. Obviamente será un episodio que revivirán constantemente los adversarios del de Bavispe.

Entonces, si el candidato del régimen federal no se deslinda del gobierno de la 4T, enfrentará serios problemas, sobre todo de credibilidad.

A los que comulgan con la 4T, ya los tiene. Debe ir por el resto, que es mayoría.

Y otro deslinde necesario sería con la alcaldesa de Hermosillo, porque en lugar de beneficiar al proyecto Durazo, lo perjudica. Mientras, el Ayuntamiento capitalino organiza reuniones con columnistas para promover la reelección de Célida López. Bueno, el que da la cara de ese ejercicio periodístico de acercamiento es el operador de cabecera de Alfonso Durazo, Jesús Valencia, el señor de Iztapalapa de gran polémica en su demarcación y a quien, si lo dejan sin chofer en Villa de Seris, seguramente se pierde.

Claro, remediar errores es una simple cuestión de voluntad y aceptar que alguien la regó.

Como el logo del candidato morenista, que en su primera versión la D recordaba una bala. Después lo modificaron. Aquí ambas imágenes: