A mediados de los lejanos años 80 del siglo pasado, el entonces gobernador Samuel Ocaña calificó a la capital del estado como una ciudad “greñuda”. En ese tiempo llovía de arriba para abajo y de abajo hacia arriba. Fugas de agua y baches rivalizaban más que el priista Ocaña y el alcalde panista Casimiro Navarro. Y el cuadro se completaba con paros en recolección de basura y conflictos sin fin de la autoridad municipal con los jefes de la policía local.
Ese enfrentamiento tuvo hasta resonancia nacional, cuando un disparo con rifle de alto poder atravesó una ventana de la oficina de Casimiro Navarro, quien se quitaba el estrés con pleitos a puño limpio con un conocido agente municipal, a quien el boxeador alcalde metió a golpes al interior de una patrulla.
Esas acciones se alternaban con un Casimiro promocionando su atacada figura en labores de “Tirabichi”, o sea subiendo a carros recolectores basura depositada en tambos de 200 litros. El entrenamiento previo había servido, cuando de estudiante Casimiro ayudaba en el negocio familiar cargando en cada brazo bloques de hielo asidos a gruesas tenazas de fierro.
Así era Casimiro, quizá el último alcalde panista de auténtica extracción popular, surgido del barrio El Ranchito y rodeado de un grupo de bravas activistas a las que se conocía, si la memoria no me falla, como Las Leonas.
Sí, Las Leonas que protegían al cachorro.
Pero el cachorro se defendía bien con acciones políticas o combates a puño limpio.
Las historias aquí recordadas seguramente son desconocidas para Célida, la actual alcaldesa, porque ella nació en Mexicali y se crió en Puerto Peñasco. A Hermosillo llegó para trabajar en la campaña de Guillermo Padrés.
Desde entonces mucha agua ha corrido por debajo del puente que une a los palacios de gobierno estatal y municipal, que en esa administración se mandó cerrar por vez primera.
Entonces, como hoy, los problemas golpean a Hermosillo y los hermosillenses.
Y lejos de disminuir, las carencias aumentan.
Hermosillo sigue siendo una ciudad “greñuda”, fea, descuidada.
Desde Casimiro, han transcurrido al menos 35 años.
Y el atraso de la ciudad capital no es por diferencias políticas entre la alcaldesa y la gobernadora.
En todo caso sería por ineptitud de la autoridad municipal y sus colaboradores.
¿Y?, como diría Célida en entretenida fiesta. O una mujer muy parecida a la alcaldesa.
Si ese video fue una producción de sus enemigos políticos, pues fue una buena chamba.
Simple y sencillamente porque la alcaldesa hace anticampaña al atacar a los “pistiadores” de Hermosillo, que quizá representan el 90 por ciento de la población económicamente activa. Son muchos votos perdidos.
Y que refuerza su abierta anticampaña “pendejeando” a medio mundo. Que también representan demasiados votos tirados a la basura.
Pero mejor reproducimos ese polémico video que muestra a la alcaldesa, o su clon, en alegre fiesta celebrada en Arizona, en territorio gringo, donde no hay ciudades “greñudas”.