La gobernadora Claudia Pavlovich, como en su tiempo lo hizo Eduardo Bours, podría orientar sus activos políticos a la próxima legislatura del Congreso del Estado, para lograr una transición tersa, equilibrada y sobre todo que le permita asegurar fuerza en su ruta a la etapa más difícil de todo gobierno: El séptimo año.
El escenario ideal sería que Claudia lograra poner a un candidato a gobernador de su entera confianza, pero en ese sentido las negociaciones siempre son ásperas, duras, desgastantes. Ella, la gobernadora, obviamente mantendrá firmes las riendas de su propia sucesión. El estira y afloja estará a la orden del día, como siempre.
Pero si la lógica se impone Claudia deberá jugar su capital político a dejar su fuerza en el Poder Legislativo.
Así lo hizo Bours y la legislatura priista se convirtió en un verdadero contrapeso, un factor de auténtico poder a la hora de las negociaciones y defender al ya para entonces ex gobernador.
En la sucesión por venir se podría repetir la historia.
¿Y quién sería el candidato a gobernador confiable de Claudia?
Podrían ser Enrique Clausen, Pedro Angel Contreras, Miguel Pompa o Natalia Rivera.
Ellos y ella, junto con otros y otras, estarían listos para defender la trinchera legislativa, en caso de no ser considerados para la gubernatura.
Ernesto Gándara, considerado el priista con mayores posibilidades, en ese escenario no estaría en la primera línea de fuego.
Pero la política es el arte de la negociación.
“El Borrego” podría ser impulsado por el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno, del que fue colaborador. Pero igual Alito tendría otros intereses, otro romance, PriMor, por ejemplo.
Ahorita debe estar lo más fuerte de las negociaciones.
El inicio del año electoral está a la vuelta de la esquina.
Para septiembre deben estar definidas casi todas las candidaturas.
La primera, obviamente, es la de gobernador.
El resto viene en cascada.
Aquí es donde Claudia podría seleccionar buenos y novedosos cuadros, carismáticos, con empuje, que sepan convencer a esa juventud que ve al PRI como un partido sinónimo de corrupción. En este sexenio no se entreveraron generaciones priistas. La cantera estuvo seca, no aportó figuras de relieve, con futuro. Entonces, a impulsar nuevos liderazgos de la sociedad apartidista.
Lo que no debe hacer el PRI, si quiere estar en la pelea electoral, es repetir cartuchos del pasado. Por ahí algunos ya se andan moviendo para bailar de nuevo.
Sería mucho más productivo y redituable jugar con nuevas cartas.
Para empezar a construir los cimientos de otro PRI. Que tenga una cara más limpia, honesta, pero sobre todo conectado a la gente, a sus demandas, aspiraciones y, sobre todo, ir juntos en las luchas populares.
Se vale soñar, dirían auténticos priistas.