La emergencia sanitaria que agobia a gobiernos y ciudadanía se convirtió en un parteaguas social que influirá en los tiempos por venir en todas las actividades de la vida, como las decisiones de gobierno para combatir este virus y la respuesta de la gente afectada por esas políticas públicas. A partir de este momento ya podemos medir en qué posición están las y los políticos que aspiran a gobernar y representar a un pueblo temeroso, decepcionado y quizá con sed de venganza si tuvieron pérdidas humanas y materiales en esta pandemia.
Sí, puede ser que ya haya un pulso electoral.
Pero no creo que sea a favor de esos personajes que desean convertirse en salvadores de la patria.
Por eso los aspirantes a gobernar Sonora toman las cosas con mucha prudencia.
Y no se trata solamente de ser considerados como oportunistas, sino que nada tienen qué ofrecer.
Prometer, en estos tiempos, sería un suicidio político.
Aparte, serían acusados de hacer campañas adelantadas.
¿Entonces para qué aparecer en escena?
Aquí pudiera haber contradicciones o pensamientos encontrados.
Porque el verdadero ejercicio de poder, consideran estudiosos del tema, consiste en definir y jerarquizar los temas que debate la opinión pública.
Y resulta que el tema que aborda la ciudadanía es el Covid-19 y sus efectos en cada uno de los hogares.
Entonces tenemos que los precandidatos a gobernador y otros puestos de elección popular no tienen el talento ni ganas de aportar en el combate al coronavirus.
Decidieron dejar sola a una sociedad lastimada, ofendida, ignorada, que es atendida cuando ya está contaminada por el virus mortal.
Es una sociedad huérfana.
Que cobrará revancha en las urnas, a la hora de votar.
¿Dónde están, ahorita, Alfonso Durazo y Ernesto Gándara, considerados los precandidatos a gobernador más fuertes?
Con la gente, no.
Quizá estén en lo que verdaderamente les interesa, su prioridad:
Convencer a los hombres y mujeres del dinero.
Debemos tener presente que un candidato suele ser tan fuerte como lo sea su capital político y financiero.
Sí, las estructuras y el dinero son el aceite social que mueven toda maquinaria electoral.
Por eso son sumamente importantes los hombres de negocios que juegan al mercado de futuros, como la política.
Y en este escenario llama la atención el factor Emilio Lozoya, que lo venden como el personaje que hundirá al PRI y meterá a la cárcel a todos los corruptos del sexenio pasado. Pero también podría convertirse en un simple show, que tan bien domina el actual régimen.
Antes debemos recordar que el PRI y el presidente López Obrador viajaban juntos en el viaje al poder.
Ahora viene la colisión.
Y, seguramente, el alejamiento priista del gobierno de la 4T.
Por lo pronto vendrían las coaliciones electorales con los adversarios de AMLO.
Los cambios vienen por todo el país, incluido, obviamente, Sonora.