A dos años de su triunfo electoral, que celebró con un ritual de informe de gobierno que interesó sólo a sus colaboradores y simpatizantes, el presidente Andrés Manuel López Obrador activó la cuenta regresiva de su administración: A partir de hoy inicia el conteo sobre el futuro de la 4T. Y nada más hay de dos sopas: El fracaso de un gobierno que jugó a ser socialista o la consolidación del caudillo, el patriarca de México, el gran tlatoani que hace ver como aprendices a sus antecesores.
Sí, es el tlatoani de los mexicas, que gusta gobernar en el sur, minimizando a los del norte.
Definitivamente: AMLO no conecta con la mayoría de los norteños.
Son diferentes formas de pensar, de comportarse.
Y es que en su afán de dividir, AMLO contribuye a construir dos Méxicos: Uno, el suyo, el de la política clientelar que busca votos a base de subsidios, de dinero regalado, de compromisos a futuro, de la simbiosis socialista: Yo te ayudo, tú me ayudas. Y el del otro México, el que gusta de abrirse camino con trabajo, que promueve el desarrollo en todas sus expresiones, el que pide un trato justo, de acuerdo a la riqueza generada y que antes de división prefiere sentirse orgullosamente mexicano.
Desgraciadamente, en lo social, vamos a una división, no de clases, sino de forma de pensar. El mismo presidente lo dijo: Estás conmigo o contra mí.
Mientras, el país se desangra por todas las heridas abiertas: La de la salud pandémica, la de una economía por los suelos, la energética, el cobro de facturas políticas y, sobre todo, la de la violencia. Pareciera que la era Pablo Escobar se recicla en México.
Por eso el festejo de la 4T por los dos años de la victoria electoral, debiera ser una reflexión para el grupo en el poder nacional y preguntarse: ¿México celebra o nada más celebramos nosotros, los beneficiados?
La más clara muestra de cómo andan las cosas en el México de hoy, fue una aportación de la Primera Dama que, por decir lo menos, marca el verdadero rostro de la intolerancia, la arrogancia.
Esta mañana, Beatriz Gutiérrez Müller compartió un tuit en el que celebraba dos años del triunfo electoral del presidente López Obrador, y en las interacciones un usuario le preguntó sobre cuándo atendería personalmente a los padres de los niños con cáncer.
Hace dos años, los ciudadanos —que somos los verdaderos guardianes de la democracia—logramos lo impensable: elecciones realmente democráticas. #1Julio
— Beatriz Gutiérrez Müller (@BeatrizGMuller) July 1, 2020
Como respuesta, la esposa del Presidente escribió al usuario: “No soy médico, a lo mejor usted sí. Ande, ayúdelos”.
Obviamente ese comentario desencadenó una oleada de críticas tuiteras.
Y dejó dudas sobre el lugar que debe guardar una Primera Dama, un título en desuso pero que sigue teniendo sus valores entendidos, sobre todo de buenas costumbres y apoyo a los enfermos y más necesitados.
Mientras, en nuestro rancho, la amplia visión y tacto político de la alcaldesa emanada de Morena, Célida López Cárdenas, ya revivió un pleito olvidado, o en pacífico receso, entre cajemenses y hermosillenses por el agua de la presa El Novillo.
Célida quiere construir un Acuaférico que surta del vital líquido a la zona norte, ya que el Acueducto Independencia brinda servicio al sur de Hermosillo. Su costo varía. Hay versiones que lo ubican en 370 millones y otras que lo ubican en más de 500 millones de pesos. El crédito, claro, iría a la ya monumental deuda de Hermosillo
La alcaldesa vendió la idea que el agua sería extraída de la presa El Molinito, que en su fondo tiene una gran cantidad de metales pasados arrastrados por los caudales de la pavorosa contaminación generada desde el 6 de agosto del 2014, cuando una mina perteneciente al complejo minero Buenavista del Cobre vertió cerca de 40.000 metros cúbicos de lixiviados de sulfato de cobre que cayeron en el arroyo Tinajas y los ríos Bacanuchi y Sonora.El responsable de la criminal acción, el poderoso Grupo México, no remedió el daño causado en lo ambiental ni en las personas afectadas.
Pero los hermanos yaquis no se fueron con la finta y denunciaron que el agua sería extraída, como en el caso del Acueducto Independencia, de la presa El Novillo. O sea, una simple interconección.
El punto es que doña Célida revivió un pleito que estaba apaciguado.
Bueno, es su estilo de gobernar.
Parecido a su mecenas, AMLO.