La justicia es lenta, reumática, a veces selectiva y cargada hacia el poderoso, pero en el caso de homicidio culposo del socavón, en Hermosillo, donde murió ahogado un hombre de 63 años, pareciera que simplemente no hay delito por investigar y menos castigar. Para el Ayuntamiento de Hermosillo, que alarga extrañamente su investigación, no hay culpables.
El 14 de octubre se registró ese accidente. El 15, un día después, el ayuntamiento capitalino inició la investigación para supuestamente fincar responsabilidades. Entonces, las autoridades declararon que en 15 días se tendrían resultados. Pero las conclusiones brillan por su ausencia. El Alzheimer burocrático hizo su aparición. Terminó el año 2019 y ya casi concluye el mes de enero de 2021. Y la muerte de Julio Manuel Rodríguez sigue impune.
Cuando el caso estaba reciente, la alcaldesa Célida López Cárdenas aseguró que se fincarían responsabilidades si algún funcionario había caído en omisión y no cumplió con su trabajo. Pero hasta ahora nadie ha sido tocado. Y del asunto ya ningún funcionario habla.
Para conocedores de leyes la responsabilidad en este caso recae en Agua de Hermosillo. El titular de esta paramunicipal es Alfredo Gómez Sarabia. Y la presidenta de la Junta de Gobierno es la alcaldesa Célida López Cárdenas.
¿A quién de las dos autoridades se debería castigar?
¿Ambos son culpables?
La presidenta municipal de Hermosillo es jefa de Gómez Sarabia. ¿Ella es inocente o culpable?
La propia alcaldesa está obligada a dar la cara y explicar sus razones legales y morales para retrasar la investigación.
Habría que recordar que el Congreso del Estado de Sonora aprobó reformas constitucionales que eliminaron privilegios de funcionarios y la clase política al desaparecer el fuero en todos los niveles de gobierno.
Después del hombre ahogado no se debe tapar el pozo… o en este caso el socavón.
No.
Hay que hacer respetar la justicia.
Con mayor razón si los presuntos responsables son funcionarios públicos.
Y si hay una denuncia o demanda la autoridad está obligada a llevar el caso hasta las últimas consecuencias.
Ya no es necesario más investigación.
Se debe ejecutar la acción penal.
Así fue la muerte de Julio Manuel
La noche del lunes 14 de octubre, Julio Manuel Rodríguez, de 63 años, paró su bicicleta cuando transitaba por la calle Juan de Dios Bojórquez, de la colonia Sonacer, en Hermosillo. Algunos vecinos se reunían alrededor de un gran socavón que se había formado en el lugar.
Aunque ya tenía más de dos semanas sin ser reparado, todavía despertaba asombro, ya que se podía ver cómo pasaba en el fondo una fuerte corriente de aguas negras.
Al ver el gran agujero, Julio se acercó más, con su bicicleta, al borde del socavón. Las cintas amarillas estaban en el suelo. No había otras señales de peligro, por lo que caminó un poco más para ver el fondo.
Los vecinos ya se habían retirado del lugar y fue cuando Julio tocó fondo: El hombre de 63 años cayó al interior del agujero, fue arrastrado por la corriente y desapareció. Lo único que quedó de él fue su bicicleta roja, al fondo del socavón.
Una semana después de ese día y tras varios trabajos de rescate, fue encontrado el cuerpo de Julio Manuel, ya en estado de putrefacción.
Sus restos fueron arrastrados más de 400 metros en las tuberías de aguas negras de Hermosillo, donde permaneció por siete días.
Hoy el Ayuntamiento de Hermosillo ya se olvidó del asunto. Murió un hermosillense más. Simplemente es parte de las estadísticas. Un hombre pobre menos. Ignoramos si su familia fue indemnizada o si por falta de recursos para contratar un abogado no buscan justicia. Así es la vida. Cuánto tienes, cuánto vales.
Pareciera que a doña Célida poco le importa cumplir a los hermosillenses. Bueno, ella nacida en Mexicali, criada en Puerto Peñasco y con una formación académica, partidista y profesional de nuevo en la capital del vecino estado de Baja California, obviamente no comparte anhelos, metas, proyectos, con la sociedad hermosillense.
De hecho su retorno a Sonora fue meramente partidista: Célida ya había escalado posiciones en el PAN de Baja California, situación que la ayudó a terminar su preparación académica en Chile y la ciudad de México. Y ya con bagaje partidista y académico fue prestada a la campaña electoral del ex gobernador Guillermo Padrés. Obvio, ganaron y se quedó en Sonora porque se le abrió un futuro de oportunidades. Cuando llegó el momento de las definiciones en candidaturas, Célida buscó ser senadora. Le negaron la oportunidad y emigró a Morena, con la bendición de Andrés Manuel López Obrador.
El resto es historia conocida. Es una alcaldesa que no cumple con su palabra. Al menos en el caso de la muerte de Julio Manuel. El pozo del socavón ya fue tapado.