En su primer-tercer informe de gobierno, como nadie se entera que el rey está desnudo, Andrés Manuel López Obrador echó mano del ropaje de El Príncipe, al citar la obra máxima de Maquiavelo: “La política es virtud y fortuna”, advirtió el presidente a sus críticos aturdidos y desconcertados, quienes están moralmente derrotados.
Nada bueno presagia el maquiavélico mensaje.
Maquiavelo entiende por virtud la capacidad personal de dominar los acontecimientos y de realizar, incluso recurriendo a cualquier medio, el fin deseado.
El fin justifica los medios, se podría sintetizar en la mente del poder, de un presidente que pretende crear un país con bienestar material y del alma. Por eso celebró que sus críticos aturdidos y desconcertados no han podido constituir un grupo o una facción con la fuerza de los reaccionarios de otros tiempos.
En buen cristiano esto significa que para El Príncipe AMLO no hay oposición política. Y si la hay está muy débil y dividida.
“El príncipe”, escrita en 1513, es la obra más relevante de Maquiavelo y la más polémica. En ella se pretende explicar los medios por los que un príncipe (jefe de un principado) puede mantenerse en el poder analizando las causas por las que muchos perdieron el poder y otros lo conservaron.
AMLO ya adelantó, por lo pronto, cómo actuará para conservar el poder.
Bueno, ahora a esperar la reacción de los reaccionarios y de la medieval oposición. Al fin y al cabo que el pensamiento de Maquiavelo aplica en los tiempos actuales.
¿Y el pueblo, al que dedicó AMLO su “tercer informe”?
Ja.
Cualquier aprendiz de político sabe y comprende que el pueblo ni se entera de los mensajes políticos del presidente en sus informes constitucionales. Y si por casualidad se entera, simplemente los manda al carajo.
El Príncipe y su corte deberían asimilar que el México de hoy tiene un modelo agotado. No se pueden encerrar y poner al país como un rancho grande. Hay que abrirse al mundo.
Y también deben descubrir que crece la desigualdad. Aumentan los pobres y los ricos son más ricos. Con todo y la austeridad republicana.
En educación hace falta una verdadera revolución de la que aprendan maestros y alumnos.
Y el factor más grave, el que puede debilitar a un Estado: La violencia, el mal que carcome al país. Y aún así insisten en negociar con el crimen organizado. En lugar de combatir alzan la banderita blanca.
Así, de plano, no se puede.
Pero nos recetan la cifra medicinal: El pueblo bueno y sabio mantiene en más del 70 por ciento la aceptación del presidente.
Ese promocional de que siete de cada diez ciudadanos está feliz, feliz, feliz, nadie medianamente informado lo acepta. Y la mayoría de los mexicanos están informados. El problema es que al respecto no hay una encuesta confiable.
En terrenos caseros tenemos que Lily Téllez ya adelantó su estrategia de precampaña: Meter a una cárcel al Maloro Acosta, una de sus promesas de campaña.
Y por rumbos de Acción Nacional ya se contagiaron del Príncipe AMLO. Quieren que lo recaudado por la venta de los estadios de beisbol se destine a combatir la inseguridad.
Ya lo adelantó AMLO: La lana va al ISSSTESON. O quizá la mayor parte de la recaudación por la venta de los estadios de Hermosillo y Ciudad Obregón.
Pero los panistas sufren de amnesia. Ya olvidaron que ellos acabaron con el ISSSTESON y su Fondo de Pensiones y Jubilaciones.
¡Ahhh, estos panistas que ya no tienen la fuerza reaccionaria de otros tiempos deberían comprender que con esas declaraciones se ven patéticos y ofenden a los miles de derechohabientes del ISSSTESON!
Mejor devuelvan lo que se llevaron.
Blindar así a Guillermo Padrés para su vengativo retorno no es inteligente. Ustedes olvidan fácilmente para cambiar de liana como modernos tarzanes. El pueblo no. ¿Tan difícil es de comprender?