Todo hace indicar que las autoridades estatales y municipales de Sonora unificaron criterios y dieron la orden a sus cuerpos policiacos: Tiren a matar en enfrentamientos con grupos del crimen organizado.
Lo que sucedió en Ciudad Obregón refleja esta hipótesis: Sicarios rafaguearon a los integrantes de una patrulla. Los gatilleros, al parecer, no eran experimentados, menos asesinos curtidos en el fragor del fuego cruzado. Huyeron después de disparar a los policías, los cuales debieron pedir refuerzos y todos en persecución del auto en fuga, viejito, hasta eso. Los alcanzaron y cayeron abatidos dos sicarios.
A cualquier sonorense que le pregunten sobre esta acción, seguramente la apoyará e incluso propondría ir con todo el arsenal.
Ahora a esperar que no venga una contestación violenta del crimen organizado, porque estaría expuesto la población civil que tendría la mala suerte de estar en el lugar y hora equivocados.
Sonora no merece convertirse en un sangriento campo de batalla.
Pero tampoco el gobierno debe someterse al mandato del crimen organizado.
Lo anterior hace recordar algo parecido en el gobierno de Manlio Fabio Beltrones: De pronto Sonora se llenó de secuestradores provenientes de Sinaloa. Era el clásico efecto cucaracha, porque en el vecino estado había operativos especiales. Los visitantes no distinguidos de la época empezaron a secuestrar a gente adinerada. Y vino la orden: Tiren a matar.
El coordinador operativo para hacer cumplir esa orden fue el entonces subprocurador Abel Murrieta. Una vez le hice la pregunta directa. La respuesta fue una simple sonrisa. Lo interpreté como un sí.
El resultado fue que los secuestradores sinaloenses que quedaron con vida retornaron a Sinaloa.
Ahora pareciera que viene un episodio parecido.
O similar.
Y también a esperar que la polémica Guardia Nacional venga con el ánimo suficiente para imponer orden. Atacar a los malos, claro, no a la sociedad temerosa con la violencia. Debe haber interés. Hasta el general secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, estuvo en Hermosillo. La visita fue inesperada. Debió haber agarrado de sorpresa hasta a la tropa y oficiales de la Cuarta Zona Militar. También pudo tener algunas órdenes para la militarizada Guardia Nacional.
Se supone que el responsable de la Guardia Nacional es el paisano Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana.
Si Durazo cumple a plenitud con su encomienda de pacificar el país, Sonora incluido, quedaría en una posición privilegiada. Podría aspirar hasta a la grande. Pero si falla hasta la candidatura al gobierno de Sonora se le complicaría.
El de Bavispe está ante su oportunidad de convertirse en la versión mexicana de Vladimir Putin, el presidente de Rusia que se formó en los aparatos de inteligencia de su país.
Durazo podría ser el Putin mexicano.
El hombre fuerte del Estado mexicano.
Pero parece que tiene malquerientes de respetable poder que ya le mandaron el mensaje tradicional: Espérate, no estamos mancos, ciegos y menos sordos. Te estamos vigilando.
El video que circula en la tierra del eventual Putin mexicano es aleccionador. Por su interés lo reproducimos. Va: