La mañanera de este martes tuvo una particularidad que saltó a la vista del círculo rojo de la política mexicana. Los hombres que conocen los pasillos del poder entendieron muy rápido que la comisión migratoria que comandará Marcelo Ebrard en rigor absorberá funciones que corresponden a varias dependencias. Y es, quizás, la primer pruebo de fuego para el canciller, que sin decirlo disputa la lejana sucesión de 2024.
López Obrador dijo que este nuevo órgano contará con la ayuda del general Vicente Antonio Sánchez, que será una suerte de mando paralelo para las tareas que la Guardia Nacional tenga que desarrollar en la frontera sur, pero en rigor también en retenes o controles de cualquier punto del territorio nacional.
El subsecretario de Bienestar, Javier May Rodríguez, y el subsecretario de Empleo, Horacio Duarte, ayudarán para que los migrantes que se vayan asentando en las ciudades fronterizas del norte de México vivan en condiciones dignas. El subsecretario para América Latina y el Caribe de la SRE, Maximiliano Reyes, operará los acuerdos con las autoridades y las ONG’s de los países que más migrantes envían hacia México. Todo un team en sus manos.
La ausencia de los respectivos secretarios -Alfonso Durazo, Luisa Alcalde y María Luisa Albores- acaso haya sido un gesto de delicadeza para los colaboradores de López Obrador, que ahora deberán responder casi como subordinados ante Ebrard. Parte de sus funciones será coordinadas directamente por otro secretario, que en las últimas semanas pasó de ocupar un rol periférico a un protagonismo arrollador.
De hecho, esa fue la orden que AMLO bajó ayer lunes en su reunión de Gabinete. “Tenemos 45 días y debemos mostrar resultados. El tema migratorio es de máxima prioridad y todos deben responder y coordinarse con Marcelo, que estará a cargo de esta tarea”, dijo el Presidente. Desde luego no hubo objeciones.
A la salida de la reunión, varios colaboradores hablaban en los pasillos de Palacio Nacional de la creación de un “super-secretario”, en referencia a las funciones ampliadas que ahora tendrá el canciller. “Si pide un operativo o un retén, Durazo deberá responder. Si pide planes, Albores le deberá responder. Si exige empleos, Alcalde deberá responder. Es mucho más que un secretario de Relaciones Exteriores”, analizaba un secretario.
En efecto, según pudo saber LPO, Durazo era de los más molestos con la decisión. Hay que recordar que el titular de Seguridad Pública quiso viajar a Washington a participar de las negociaciones con la Casa Blanca, una solicitud que fue rechazada por López Obrador.
La relación de Durazo con Ebrard es institucional, pero con un pasado ríspido. El titular de Seguridad Pública era el particular de Luis Donaldo Colosio, y uno de los perfiles jóvenes predilectos del mítico candidato presidencial del PRI. Ebrard, en cambio, era el aprendiz de Manuel Camacho. No hace falta explicar las diferencias. Un pasado bastante pesado.
Pero lo más llamativo apunta a otros dos integrantes del Gabinete. La ausencia de algún enviado de Olga Sánchez Cordero, y en especial de Alejandro Encinas dejó perplejos a muchos.
Como sea, Ebrard sabe a la perfección que tendrá 45 días para justificar todo ese poder que le delegó López Obrador. “Tiene 45 días de super-secretario. Si cumple, tendrá una extensión de poderes, pero si fracasa volverá a ser uno más”, sentenció otro integrante de la 4T.
