En el sexenio de Manlio Fabio Beltrones Sonora registró una invasión suigéneris: Secuestradores sinaloenses trasladaron su campo de acción a estas tierras. Causaron temor, pánico, desasosiego. No nada más entre los ricos. Los de abajo no querían estar en el momento y lugar equivocados. Y vino la orden de las alturas: Tiren a matar.
El efecto fue inmediato. Las primeras bajas motivaron un cambio en los planes de los delincuentes. Ya no se sentían seguros. Hora de volver a casa.
El encargado de hacer cumplir la orden ejecutiva fue el entonces subprocurador Abel Murrieta.
Si esa estrategia funcionó en los 90, ¿por qué no funcionará actualmente?
Es hora de marcar límites.
Y hacer sentir el peso de la justicia.
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