Sí, ustedes ex funcionarios, ex todopoderosos que todo decidían en el anterior sexenio, señora y señores de horca y cuchillo que tomaron su responsabilidad como vía de acceso a la riqueza y que su sello personal fue una patética caricatura de frivolidad aderezada con fiestas temáticas de todo tipo, incluso de la antigua y degradada Roma que se perdió por tipas y tipos como ustedes.

Hoy no recordaremos sus múltiples actos de corrupción, debidamente documentados, No. Hoy haremos un llamado a su conciencia, sobre todo a usted, Tere Lizárraga, directora del ISSSTESON en el anterior régimen, encabezado por su amigo Guillermo Padrés, el gobernador encarcelado y su compañero Carlos Villalobos, ex secretario de Hacienda, que poco le falta para acariciar los barrotes de acero de una celda, para que ofrezcan disculpas a los sonorenses y pidan ser perdonados por el daño causado.

Sí, el asunto es el robo en despoblado cometido al ISSSTESON, que incluye aportaciones de los trabajadores, que tienen todo el derecho de demandar por la desaparición de los recursos aportados al Fondo de Pensiones y Jubilaciones, que impactó en la atención que presta el Hospital Ignacio Chávez.

Ustedes dirían, con la mano en la cintura, qué son dos mil o tres mil millones de pesos desaparecidos de ese fondo como por arte de magia. Parte de ese dinero, ustedes bien lo saben, es de particulares, es de aportaciones descontadas del salario quincenal de las y los trabajadores. Y ustedes deben responder de ese faltante.

Si ustedes no son ladrones, respondan por sus actos.

Así de fácil.

Así de sencillo.

Demuestren que no robaron dinero del gobierno y los trabajadores del ISSTESON.

Pero no tarden mucho porque al ISSSTESON y sobre todo el Hospital Chávez, ustedes los dejaron moribundos.

Los invito a ustedes, bueno no al ex gobernador porque rinde cuentas en otras latitudes, a pasar dos o tres días en el Hospital Chávez para que vean en qué condiciones dejaron este nosocomio que antes fue ejemplo nacional de un nosocomio ejemplar que era comparado con un centro médico particular.

Ustedes, con su ambición, lo dejaron a la orilla del precipicio.

Y si no ha caído es por la capacidad y el profesionalismo de su personal.

Médicas, médicos, enfermeras, enfermeros y personal administrativo, hacen su mejor esfuerzo para detener el cerco, sí, ése que ustedes intentaron tumbar a toda costa.

Los invito a que vengan a ver su obra.

Yo sería su guía.

Ya he aprendido bastante en un mes de experiencia.

Y, les aseguro, no es gratificante, menos divertido. Pero sí es aleccionador.

Para empezar hace falta personal.

El que hay hace lo que puede. Pero hay deserciones porque no ven un futuro estable.

Hace falta medicamentos, instrumental, equipo y hasta batas y sábanas para pacientes.

Pero nunca, aunque ustedes en su opulencia lo duden, faltan ganas y espíritu de servicio de médicas, médicos, enfermeras y enfermeros, que a diario luchan por salvar vidas.

Ellas y ellos son los héroes.

Y los villanos, fácilmente identificables.

Pero ella y ellos nada saben de solidaridad humana.

Esa solidaridad que mantiene de pie al Hospital Chávez.

Acaso ustedes, Tere, Guillermo y Carlos, ¿no tienen cargo de conciencia?

pd: Ofrezco una sincera disculpa a la lectoría por la irregularidad en la aparición de esta columna. El motivo es lo que hoy se aborda. Espero que la regularidad aparezca lo más pronto posible. Gracias.