El príncipe Enrique y la exactriz estadunidense Meghan Markle se casaron ayer en una entrañable y soleada boda celebrada en la localidad británica de Windsor.
La entrada de Markle, de 36 años, a la capilla de San Jorge del castillo de Windsor fue espectacular. Con un vestido blanco y velo sujeto por una tiara de diamantes. Su prometido iba vestido con el uniforme del regimiento de caballería Blues & Royals de la Guardia Real.
El vestido de la novia fue diseñado por la británica Clare Waight Keller para Givenchy. La prometida entró sola en la capilla acompañada por 10 niños que hacían de damas de honor y pajes, entre ellos Jorge y Carlota, hijos de los duques de Cambridge, hasta que su suegro, el príncipe Carlos, en ausencia del padre de la novia, la tomó del brazo para conducirla hasta el altar.
La ceremonia, que empezó poco después de las 11:00 horas tiempo local, fue oficiada por el deán de Windsor, el reverendo David Conner, mientras que el arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia de Inglaterra, Justin Welby, fue el encargado de casarlos.
El obispo Michael Curry, quien en 2015 se convirtió en el primer negro en presidir la Iglesia episcopal de Estados Unidos, pronunció un sermón con su tableta electrónica sobre la fuerza del amor que dejó perplejos a los británicos, acostumbrados a ceremonias reales mucho más tradicionales.
Curry empezó su sermón frente al príncipe Enrique y Meghan Markle citando a Martin Luther King.
“Tenemos que descubrir el poder del amor, el poder redentor del amor. Y cuando hacemos esto, seremos capaces de crear un nuevo mundo de este viejo mundo. El amor es el único camino”, dijo citando al símbolo de los derechos civiles.
Curry también hizo referencia a la esclavitud, mencionando el poder sanador de la música espiritual cantada por esclavos.
Fuera de la capilla, una multitud de fanáticos reales reaccionaron en su mayoría con perplejidad ante las imágenes de los visiblemente incómodos VIP a medida que avanzaba el sermón, que también incluyó momentos más ligeros.
“Dos jóvenes se enamoran y todos aparecimos”, dijo a la multitud, provocando una carcajada.
Al terminar, acabó diciendo: “¡Tenemos que casarlos!”
En la ceremonia, de una hora de duración, Jane Fellowes, hermana mayor de la fallecida princesa Diana, leyó un pasaje del Cantar de los Cantares de Salomón para “honrar el recuerdo” de ésta.
Llamó también la atención que el coro de góspel The Kingdom Choir entonara la canción Stand by me, del cantante Ben E. King.
Tras el enlace, el matrimonio hizo un recorrido en carroza por los lugares destacados de Windsor, decorados para la ocasión y donde fueron aclamados por la multitud, entre ella, por los apasionados que durmieron estos días en la calle.
Muy sonrientes, los ya duques de Sussex saludaron a la gente que los vitoreaba al paso de su carroza, tirada por cuatro caballos blancos y escoltada por un destacamento del regimiento de caballería de la Guardia Real.
Al enlace acudieron como invitadas dos mil 640 personas, entre las que no figuraba ningún político en activo, pero sí mil 200 “ciudadanos de a pie” procedentes de todos los rincones del Reino Unido.
La pareja tuvo dos recepciones para celebrar su unión: una para los invitados y otra para familiares y amigos más allegados, con un menú de canapés y pequeños platos, y una tarta de limón y saúco.
La pareja vivirá en unas dependencias del palacio de Kensington tras concluir su luna de miel, cuyo destino permanece en secreto, aunque se rumora que podría ser Namibia y Botsuana
La madre de Meghan, Doria Ragland (de verde), el príncipe Carlos y su esposa Camilla, duquesa de Cornualles, y los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, con el príncipe Jorge y la princesa Carlota.