Las elecciones siempre han dividido a la sociedad, sobre todo porque algunos candidatos ofrecen un mejor nivel de vida para los mexicanos más amolados y los más conservadores prometen estabilidad para la clase media, o lo que queda de ella. Pero ahora se agrega un ingrediente extra: Los empresarios también están divididos.
Los más grandotes intentan frenar a Andrés Manuel López Obrador, el super favorito en todas las encuestas, y los que menos millones tienen se la juegan con AMLO.
Mucho ruido sin nueces.
Al final, lo lógico será que habrá un reacomodo en la lista de los hombres con carteras más abultadas. Unos tendrán más negocios millonarios y otros menos.
El único peligro que se advierte es que los más picudos se avienten el tiro de promover una fuga de capitales. Obviamente estarían retando al eventual presidente AMLO.
Los Larrea, por ejemplo, levantaron su imperio económico con una requisa del gobierno. Con otra lo pueden perder. Pero de lo que estamos seguros es que pobres no quedarán.
La más reciente adquisición de este frente empresarial es, Alberto Baillères, rey de la plata y el tercer hombre más rico de México. Se supone que en este grupo se encuentra el hombre más rico, Carlos Slim, pero no lo ha reconocido públicamente. Slim es un tipo astuto No sería raro que estuviera jugando con los dos bandos.
Y son más, muchos más empresarios que están empeñados en derrotar a AMLO. Todos grandotes. Con mucho dinero para hacer travesuras a 30 días de la jornada electoral.
Y los más jodidos, que es la inmensa mayoría, ¿qué ganarían con un eventual presidente como AMLO?
Lo más seguro es que seguirán igual de jodidos.
Y los que están un poco mejor, podrían ver su nivel de vida a la baja.
¿Y si todo mundo mejora?
Solo que AMLO sea un verdadero mago y saque su varita mágica para darnos un México de ensueño, sin pobreza.
Y eso está más cabrón que unificar a los empresarios.
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