La espectacularidad del atentado contra el antiguo fiscal de Jalisco, Carlos Nájera, llama mucho la atención. Según el relato del objetivo, primero vio entrar a dos hombres que le parecieron sospechosos; le dio tiempo de avisar a su servicio de seguridad para que le colocaran la camioneta blindada delante de la entrada de donde se encontraba, después con un acto reflejo pudo salir antes de que comenzara la balacera, subirse en la camioneta blindada y ponerla en marcha.
Que el Cártel de Jalisco Nueva Generación puede llegar a cualquier lugar y matar a quien sea es una cosa que en este país sabemos bien. Porque antes de ellos, hubo otros que podían hacerlo.
Pero en esta situación, en la que todo el mundo espera el milagro y en la que estamos en el fondo de una profunda convulsión en el país -pero con cortinas de humo permanentes en forma de consulta electoral- me pregunto ¿realmente el objetivo era el fiscal?
O ¿el fiscal quería demostrarnos a todo México que cualquier cosa puede pasar en cualquier momento?
En ese sentido ya no están seguros ni los que llevan escoltas, ni los que tienen coches acorazados.
Mucho menos están seguros aquellos que no tienen ninguna de esas.
Tras el debate muchas cosas han cambiado, aunque sea imperceptible.
Hay en diversos ambientes la certeza de que “esta vez parece que sí, parece que por fin…” Y al mismo tiempo hay resoluciones de que “eso se podrá evitar de alguna manera”.
No basta con recordar el milagro del Estado de México, en donde nadie supo cómo lo hicieron, pero lo hicieron one more time.
La violencia lo llena todo y naturalmente en esta progresión geométrica, en una situación en la que estoy de acuerdo con el Presidente de la República de que tantas cosas han cambiado para bien; él no poder sustraer el peso y la lápida insuperable de más de 104 mil muertos durante el sexenio, hay que preguntarse, ¿cuántos muertos habrá para el primero de diciembre?
Pero la verdad es que si el estado se está replegando, si alguien piensa que su defensa es el pueblo y si son capaces de atacar a un grupo bien organizado de guardaespaldas, eso quiere decir que usted y yo, así como cualquiera, que ocupe el lugar que ocupe, en la encuesta que sea, puede ser víctima de algún tipo de atentado en cualquier momento.